Hoy en día los centros de monitoreo son parte fundamental de las áreas de TI de las organizaciones ya que se enfocan en identificar eventos que afectan la disponibilidad y seguridad de los activos tecnológicos de cada empresa. Por tal motivo, estas tareas que visibilizan están preocupadas por saber lo que ocurre con los componentes críticos que conforman la arquitectura interna, sean sus comunicaciones, su organización o incluso los componentes de su data center. En pocas palabras, tener la infraestructura y las aplicaciones corporativas disponibles y protegidas es parte fundamental de la operación diaria de una organización.
Centros operativos como los NOC/SOC están enfocados en alertar anomalías, eventos, desviaciones o fallas en los componentes tecnológicos, así como en la seguridad de la información. La misión principal de estos es detectar de manera oportuna un ataque o falla, con el fin de resolverlo o mitigarlo para mantener la integridad de la operación de la organización.
El paradigma del monitoreo tradicional
Las metodologías tradicionales de un centro de monitoreo se basan en dividir en áreas específicas para tener un panorama detallado, pero esta forma de obtener visibilidad posee grandes debilidades, pues genera una miopía operativa: cada área se dedica a resolver los problemas de su propio dominio. Vamos a ponerlo más claro, en la figura 1 mostramos las verticales tradicionales de monitoreo que dividen a la organización en "Data Center, Apps y Sistemas, End Point y User Experience", así como las variables típicas en horizontal que se monitorean en cada componente, como "Presentación, Lógico y Físico" creando en su intersección lo que hemos llamado "Los 9 Demonios del Monitoreo".
figura 1
Como se puede observar en las intersecciones, cada área se encarga de monitorear lo que le corresponde y esto está bien cuando se presenta un problema en específico pero ¿qué pasa si es un evento que impacta a múltiples áreas a la vez? Es en esos casos cuando el modelo tradicional colapsa: como cada área es independiente, al resolver un problema dentro de los límites que le competen a cada quien la falla permanece, pues una falta de interacción o integración lo vuelve persistente, poniendo en riesgo la integridad de la operación.
Un nuevo paradigma
Las exigencias actuales de las empresas y organizaciones se pueden englobar en dos preocupaciones fundamentales: ofrecer su mayor valor al mercado y virar su modelo de negocio hacia un entorno 100% digital. Esto requiere que sus áreas tecnológicas generen una transformación en su forma de operar. Observando esto, una de las primeras cosas que se debe transformar es la manera en la que se concibe y se entiende el monitoreo: evolucionar de un enfoque reactivo y centrado en el componente a un enfoque proactivo centrado en el servicio / proceso y/o producto de negocio. Ese es el reto de un monitoreo proactivo.
Esta visión (figura 2) se centra en que un solo dominio integre a las verticales y capilarice la interacción entre los miembros de diferentes equipos, aprovechando las capacidades individuales y alineando esfuerzos, con el fin de brindar un fin común de servicio.
figura 2
En pocas palabras:
El monitoreo proactivo garantiza la operación de los procesos clave del negocio, impulsando a los centros de monitoreo a trabajar en sinergia, brindando resultados máximos. La meta final es que todas las áreas dejen de ser individuales.
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